¿Qué hace “inteligente” a un dispositivo?
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No es solamente un asunto de conectividad.
James Schaefer | Blog: IoT For All | boletinclic@camtic.org
Fácilmente catalogamos de inteligente a cualquier dispositivo que se pueda conectar a una red, ya sean bombillos (Phillips Hue), termostatos (Nest) o incluso cepillos de dientes (Prophix), pero la “inteligencia” de un dispositivo va más allá de su simple habilidad de conectarse a Internet.
Una buena combinación de servicios, confianza y facilidad de uso hace que un dispositivo inteligente sea una mejor opción para el usuario que uno regular.
Servicio de valor
En publicaciones anteriores del blog IoT For All, se exploró cómo el Internet de las Cosas (IoT) no se trata solamente de cosas, sino de los servicios que estas cosas ofrecen; ya sea la habilidad de programar el encendido y apagado de luces eléctricas desde nuestro teléfono hasta operaciones complejas como algoritmos que controlan sistemas de climatización para el ahorro energético.
Sin un servicio asociado, cualquier dispositivo “inteligente” realmente es solo un dispositivo que funciona a control remoto.
Un servicio de valor es el que aporta Nest, por ejemplo, un integrador inteligente de ahorro de energía en el hogar, que difiere de aplicaciones como Kinsa, un termómetro que almacena registros de salud del usuario y es controlada desde el teléfono.
Aunque ambos son dispositivos conectados a Internet, Nest trasciende esa conexión para hacer algo que un termostato no podía hacer antes, como implementar aprendizaje automático (machine learning) para entender las preferencias del usuario y determinar la mejor manera de generar ahorro en nuestra factura energética.
Por otro lado, Kinsa no utiliza su conexión para hacer algo más de lo que se puede hacer con un termómetro y una libreta de apuntes. No es que no sea útil, lo es, pero no es realmente un dispositivo “inteligente”.
Más allá de servicios simples, un dispositivo inteligente (o servicio inteligente) debería aprovechar su conexión a la red para ofrecer servicios más complejos.
La información da poder, y comprender cómo gestionarla para generar mayor beneficio es crítico.
Por ejemplo, un par de zapatos inteligentes puede rastrear cuando el usuario corre y por cuánto tiempo. De esta manera, una red de miles de usuarios que utilizan zapatos inteligentes, y generan grandes cantidades de datos, puede utilizarse para diagnosticar un problema en su ritmo de carrera y sugerirle un tipo específico de suelas, o incluso generar metas realistas para mejorar la velocidad y duración de sus carreras.
Confianza
Además de las capacidades básicas del dispositivo y su correspondencia en servicios, ganarse y mantener la confianza del usuario es esencial para un producto del IoT.
Usualmente, es difícil predecir si una pequeña empresa de IoT tiene la capacidad de mantener los servicios que hacen que sus dispositivos sean inteligentes.
Empresas como Revolv Hub y Zano Drones son ejemplos de empresas que cerraron sus tiendas y dejaron de dar soporte a sus servicios.
Ellas son ejemplos que nos recuerdan que el Internet de las Cosas es todavía una industria emergente en donde nuestra manufacturera favorita podría no existir en los próximos cinco años para mantener los servicios en nuestros dispositivos.
Para que un dispositivo IoT sea una inversión inteligente para los usuarios, estos deben confiar en que el dispositivo va a tener soporte durante suficiente tiempo para su compra que valga la pena.
La mayoría de las personas no cambian sus termostatos con regularidad, incluso pueden pasar décadas entre cambios, así que necesitan estar seguros de que no dejarán de funcionar cualquier día por situaciones que están fuera de su control.
Facilidad de uso
Finalmente, para que el dispositivo sea realmente inteligente, debe ser fácil de utilizar. Esto puede parecer obvio pero existen empresas manufactureras que han olvidado la propuesta de valor básica de los dispositivos conectados que fabrican.
Mark Rittman documentó a través de su cuenta de Twitter la – ahora famora – misión de 11 horas para hervir agua a través de una tetera conectada a Wi-Fi.
Queda mucho por decir de la frase “It just works” (Simplemente funciona) con la que la compañía Apple se promovió durante tanto tiempo, y es definitivamente un área de atención para la industria de los dispositivos inteligentes.
Para que el dispositivo sea inteligente, debe ser más como el Apple Air Pods Setup, y requerir menos guías de reparación.
Dejemos de llamar “inteligente” a todo lo que está conectado.
La tetera inalámbrica iKettle de Mark Rittman resultó ser más problemática y menos conveniente que una tetera tradicional, el cierre de Revolv Hub dejó a miles de usuarios con dispositivos inútiles y el termómetro de Kinsa aún no logra aprovechar el potencial de estar conectado a una gran red.
Ninguno de estos dispositivos es realmente inteligente; pueden generarnos pequeños beneficios o pudieron resultar buenas compras al corto plazo, pero se necesita mucho más para que sean una decisión inteligente de inversión para los usuarios.
Esta es una traducción libre de CAMTIC. Los puntos de vista expresados en el artículo reflejan únicamente la opinión del autor.
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