Formación socioemocional de ingenieros informáticos
Ignacio Trejos Zelaya| TEC y Cenfotec
En los países desarrollados y hasta la década de 1950 la educación de ingenieros sufría cambios lentos, estaba orientada a las aplicaciones, utilizando manuales y prácticas estandarizados – todo muy exacto y «cuadrado»-. Los estudiantes adquirían alguna experiencia en los laboratorios y eran evaluados principalmente mediante exámenes. Las computadoras se usaban en pocos lugares: universidades avanzadas, centros de investigación científica y laboratorios militares.
En la década de 1960 fueron fundadas las primeras carreras de Informática, tanto en América del Norte como en Europa y Japón. En algunos países latinoamericanos aparecieron las primeras carreras informáticas hacia 1970, precedidas por el uso de las computadoras en cálculos matemáticos para carreras de ingeniería y ciencias exactas.
Poco después, alrededor de 1975, los microprocesadores estimularon la creatividad de los emprendedores, quienes crearon las primeras computadoras personales para jugar y experimentar. Las computadoras personales fueron legitimadas cuando apareció la PC de IBM en 1981. Unos años después las computadoras llegaron a los hogares y las empresas pequeñas y medianas en Costa Rica, gracias a los esfuerzos pioneros de las primeras empresas costarricenses de software. En paralelo desde mediados de los 80 se observa una globalización industrial, con una división internacional del trabajo en empresas multinacionales; la competencia es muy fuerte y de escala mundial.
Con el cambio del siglo los líderes empresariales reconocieron que enfocarse en la calidad y la productividad es esencial para competir en mercados exigentes. Si calidad equivale a satisfacer necesidades y expectativas de los clientes, para los ingenieros es imprescindible comunicarse de manera eficaz y eficiente; además, los ingenieros frecuentemente deberán trabajar en conjunto con profesionales de otras disciplinas. Los ingenieros del siglo 21 deben resolver problemas complejos, pobremente definidos, en ambientes de incertidumbre y condiciones cambiantes.
Lo anterior hace necesario el desarrollo de capacidades para manejar la ambigüedad y realizar síntesis. Poco antes del año 2000 autores como Bordogna y Smerdon impulsaron una agenda para modernizar la educación de ingenieros, para pasar del modelo analítico/reduccionista preponderante, fundamentado exclusivamente en la ciencia, a uno integrador/holístico más apropiado para el siglo 21. La tabla que sigue, publicada por Smerdon, contrasta los modelos de educación de ingenieros: el analítico (a la izquierda), aún dominante en Latinoamérica, y el integrador, que lentamente se abre campo en países desarrollados desde hace unos 15 años.
“El cielo es el límite” decía en el 2005 Alfredo Ribeiro, entonces gerente de Recursos Humanos de Hewlett-Packard (HP) en Costa Rica, refiriéndose a que su compañía estaría en capacidad de dar trabajo a una gran cantidad de profesionales en carreras afines a la Informática si hubiera suficientes de ellos, bien preparados técnicamente, con buenas habilidades sociales y un dominio aceptable del idioma inglés.
Esa compañía proyectaba generar en Costa Rica unos 5.000 puestos de trabajo en los siguientes cuatro años, más de la mitad de los cuales requerían graduados de carreras informáticas. Por ese entonces, el Ing. Francisco Alba dirigía una organización desarrolladora de software en la misma empresa y comunicaba su visión ideal de candidatos para el reclutamiento de candidatos mediante una gráfica en la cual los conocimientos técnicos aparecen encuadrados por las denominadas habilidades blandas:
Es conveniente comparar la anterior información con los estudios publicados periódicamente por la Asociación Nacional de Universidades y Empleadores (NACE) de Estados Unidos. NACE pide a los empleadores valorar las cualidades y habilidades de los recién graduados que ingresan al mercado laboral, mediante una escala de 1 a 5 (1 = no esencial, 5 = absolutamente esencial). Las características más deseadas en el año 2019 por los empleadores norteamericanos fueron:
- Pensamiento crítico y resolución de problemas (4.66).
- Trabajo en equipo y colaboración (4.48).
- Profesionalismo y ética de trabajo (4.41).
- Comunicación oral y escrita (4.30).
- Tecnología digital (3.84).
- Liderazgo (3.65).
Otras habilidades que en el 2019 los empleadores norteamericanos buscaban en los candidatos para ofrecerles empleo fueron:
- Iniciativa (74.2% de los encuestados).
- Habilidades analíticas y cuantitativas (71.9%).
- Orientación al detalle (59.6%).
- Habilidades técnicas (59.6%).
- Flexibilidad y adaptabilidad (58.4%).
- Habilidades interpersonales (52.8%).
La Ingeniería y la Informática son campos del saber muy vastos y en constante renovación y crecimiento. Aunque las especialidades informáticas guardan muchas semejanzas con las ingenierías fundamentadas en las ciencias físicas, también tienen importantes diferencias. Los informáticos tienen usualmente más contacto directo con los usuarios finales y viven en ambientes con dinámicas sociales más intensas que las de la mayoría de los ingenieros. La educación de ingenieros informáticos debe sufrir una transformación, en consonancia con lo sugerido por Bordogna y Smerdon.
Es necesario superar el estereotipo de los nerdos, para dar lugar a un profesional integral, que haya desarrollado una perspectiva social y humana más amplia.
Desde el 2000, el Accreditation Board for Engineering and Technology adopta esta visión más inclusiva, al señalar que los graduados de Ingeniería deben demostrar la capacidad de:
- Funcionar en equipos multidisciplinarios.
- Identificar, formular y resolver problemas de ingeniería.
- Comprender la responsabilidad profesional y ética.
- Comunicarse eficazmente.
- Comprender el impacto de soluciones de ingeniería en un contexto económico, ambiental, social y global.
- Reconocer la necesidad del aprendizaje a lo largo de la carrera profesional.
- Demostrar un conocimiento profundo de asuntos contemporáneos y comprender cómo estos afectan la práctica de la Ingeniería.
Lo anterior sin descuidar las capacidades usuales:
- Aplicar conocimientos de Matemática, Ciencias e Ingeniería.
- Diseñar y conducir experimentos, además de analizar e interpretar datos.
- Diseñar un sistema, componente o proceso para satisfacer necesidades deseadas.
- Utilizar las técnicas, habilidades y herramientas modernas de ingeniería necesarias para practicar la Ingeniería.
En un mundo donde la tecnología tiende a crecer en complejidad y donde el cambio se acelera, la capacidad de diseño, la creatividad y el ingenio seguirán siendo vitales en la formación de ingenieros. Ellos deberán ser capaces, además, de adaptarse a tales circunstancias. La educación universitaria de ingenieros deberá ofrecer múltiples oportunidades para integrar los conocimientos, desarrollar habilidades, analizar problemas, diseñar soluciones y validarlas, especificar trabajos e interactuar con personas y disciplinas muy diversas.
Desde hace varios años las carreras de ingeniería típicamente incluyen un proyecto de final de carrera que dura de uno o dos ciclos lectivos y se constituye en una oportunidad para que los estudiantes integren conocimientos que han visto de manera separada durante sus estudios. La mayoría de los estudiantes llegan a ese punto sin haber desarrollado sus capacidades de trabajo en equipo ni de interacción con usuarios para comprender sus requerimientos. Se desaprovecha la oportunidad de integrar conocimientos desde más temprano en el aprendizaje.
En muchas carreras informáticas nacionales se observa que los estudiantes no logran adquirir una perspectiva ingenieril para enfocar su trabajo creativo y académico; más aún, su orientación tiende a hacerse reduccionista, pues han sido educados con un enfoque en el cual la programación es a lo que se da prioridad desde el comienzo de los estudios superiores.
La Academia Nacional de Ingeniería (NAE = National Academy of Engineering), en su documento The Engineer of 2020: Visions of Engineering in the New Century, publicado en el 2004, hizo un llamado a “hacer ajustes curriculares que involucren a los estudiantes en la creatividad de la ingeniería desde el principio de su educación universitaria”. Además, la NAE señaló que “la profesión de ingeniería reconoce que los ingenieros necesitan trabajar en equipos, comunicarse con múltiples audiencias y sumergirse en debates de política pública y deberán hacerlo de manera más efectiva en el futuro”.
¿Cómo hacerlo?
En Costa Rica se han creado carreras donde se incorpora desde temprano el desarrollo de proyectos integradores, en los cuales los estudiantes trabajan en equipos con roles bien definidos. Así se da la oportunidad de realizar varios de tales proyectos a lo largo de los estudios – de manera que se llegue a interactuar con usuarios reales para resolver problemas pertinentes y de su interés. En contraste con la generalidad, esto no solo es posible sino que se preparan graduados capacitados para incorporarse al mercado laboral, como lo ha demostrado Cenfotec desde el 2000, con su enfoque de aprender-haciendo colaborativamente, como ejemplo de equilibrio entre la formación científico-técnica y la humana aplicada al trabajo.
En la ULACIT se desarrolla desde hace años, en la mayoría de sus carreras, un curso denominado Pensamiento crítico, en que busca desarrollar en el estudiante “la competencia para actuar juiciosa y éticamente, ante los problemas y las oportunidades que se le presentan, y utilizar el raciocinio, el pensamiento científico y la tecnología, para enfrentar los retos del entorno en que se desenvuelve”.
Por su lado, la Universidad Nacional (UNA), está desarrollando el Aprendizaje en Servicio para integrar aprendizajes en proyectos que beneficien a grupos en situaciones socioeconómicas difíciles. La Universidad Invenio incorpora también el trabajo en equipo en sus carreras y desarrolla un ejemplar modelo de educación dual con el apoyo de varias empresas de tecnología y servicios.
En el año 2016, el TEC inició un programa piloto para promover las habilidades blandas en los estudiantes de Ingeniería en Computación mediante el proyecto interdisciplinario Experiencia 360º, que emplea de estrategias lúdicas para desarrollar la inteligencia emocional y las habilidades de comunicación en el marco del curso Administración de proyectos.
Los juegos planteados expusieron a los estudiantes a condiciones semejantes a las de la vida real, “permitiendo evidenciar actitudes y conductas en situaciones críticas que posteriormente fueron analizadas y realimentadas por los profesionales participantes”, quienes dieron seguimiento personalizado por medio de la técnica de portafolio y una devolución psicoeducativa individual al finalizar el proyecto. El proyecto Experiencia 360° está alineado con el desarrollo de algunos de los atributos formativos que se ha planteado el TEC para sus carreras: trabajo individual y en equipo, comunicación, ética y equidad y administración de proyectos.
Estos son algunos ejemplos de lo que ya se hace en Costa Rica. ¡Necesitamos más!
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