¿Internet del comportamiento?
Marvin G. Soto| Especialista en Ciberseguridad, Cybercom CR| boletinclic@camtic.org
Muchas de las grandes empresas y servicios que usted usa hoy día, saben mucho sobre usted: sus intereses, sus disgustos, la forma en que vota, opina o actúa, la forma en que compra, saben dónde vive, como y adonde se moviliza, conoce sus estados de ánimo en general, etc. Solo para citar algunas de las cosas suya que ya saben.
Según Gartner la Internet del Comportamiento (IoB, Internet of Behavior), es algo de lo que nos daremos cuenta cada vez más y con lo que podríamos tener que lidiar como sociedad, dada la descomunal invasión a la privacidad que oculta a plena vista.
Se estima que las actividades individuales del 40% de la población mundial están rastreados digitalmente para influir en nuestro comportamiento, es decir; las actividades de 3 billones de personas.
Se especula además que el IoB desafiará “lo que significa ser humano en el mundo digital”. Podría decirse que estamos atravesando de la simple adopción de la tecnología, a considerar sus ramificaciones más profundas y a vivir entre sus fauces.
Pues bien, el IoB combina tecnologías existentes que se enfocan directamente en el individuo, el Big Data, el reconocimiento facial, el rastreo de ubicación, la información financiera o de salud, entre otros; y conecta esas percepciones con eventos de comportamiento asociados, como compras, seguros médicos, nivel de vida, desempeño profesional, roles familiares o extensivo uso de dispositivos y ¡para que se usan!
¡Son volúmenes inimaginados de datos! No cabe duda que organizaciones, empresas, gobiernos y actores maliciosos utilizan o utilizarán toda esa información para influir en nuestro comportamiento humano.
El Internet del Comportamiento (IoB) surge a medida que muchas tecnologías capturan y utilizan nuestra huella o boronas digitales, del ordinario vivir de nosotros como humanos.
IoB surge desde el IoT (Internet of Things), miles y miles de inocentes gadget que nos simplifican la vida, incluido el auto, el reloj, el teléfono celular, las cámaras de nuestra casa y hasta el asistente personal. Toda esta interconexión a una amplia maya de dispositivos al final da como resultado una gran variedad de nuevas fuentes de datos.
Estos datos pueden ser específicos, datos que hemos proporcionado a través de aplicaciones, en portales Web, videojuegos, formularios que completamos (empleos, servicios, gobierno, etc.), redes sociales, correos, cookies de sesiones en diarios y lugares en la red, etc. Sumarle que con mayor frecuencia las empresas, gobiernos y malvados recopilan información entre todo el enjambre de dispositivos conectados.
Insisto, un solo dispositivo, digamos que un teléfono inteligente, puede rastrear tus movimientos en línea, tus sensaciones, emociones, geo-posicionamiento, gustos alimenticios, información de tus finanzas, así como tu salud y demás cuestiones privadas de tu vida real.
No es difícil para las partes interesadas en tus boronas, vincular tu teléfono inteligente con tu computadora portátil, o con tu asistente de voz en el hogar, o con las cámaras de tu casa o con tu automóvil, y quizá tal vez los registros de su teléfono celular (mensajes de texto y llamadas telefónicas). De repente, quienes bucean tus datos pueden saber mucho más sobre usted: tus intereses, disgustos, afiliaciones religiosas, políticas, de género, etnia o la forma en que compra y lo que compra.
Cada vez más nuestra información se utiliza para informar cómo vendernos cosas, pero no todo es publicidad dirigida. Los datos recogidos pueden usarse para otros motivos. Por ejemplo; las organizaciones pueden probar la efectividad de sus campañas, tanto comerciales como sin fines de lucro, las farmacéuticas, sistemas hospitalarios y demás proveedores de salud pueden medir los esfuerzos de activación y compromiso de los pacientes, los gobiernos están interesados también en sacar provecho de las boronas digitales que vamos dejando a nuestro paso.
El poder del IoT para datificar ya es enorme. Contentstack estimó que el IoT completo a mediados de 2019 incluía 27 mil millones de dispositivos y que para este año 2020, alcanzaríamos más de 75 mil millones de dispositivos.
Consideremos en este punto que el IoT en la parte inferior de esta pirámide, reuniendo las aguas de ese enorme lago los datos y quizás convirtiéndolos en información correlacionada y con sentido, quizá ya procesada y convertida en conocimiento.
Queda claro que el IoT vincula a las personas con sus acciones y se convierte en la base de toda esta datificación… ahora sabemos que estos Data Swamp y esos Data Lake nos impulsan sin vuelta atrás al Internet del Comportamiento.
IoB podría considerarse como una combinación Ciencia del comportamiento, la cual puede dividirse en cuatro áreas que consideramos cuando usamos la tecnología: emociones, decisiones, aumentos y compañía.
Por ejemplo; consideremos una aplicación de salud en su teléfono, la cual datifica su dieta, patrones de sueño, frecuencia cardíaca o niveles de azúcar en la sangre…
La aplicación puede alertarlo sobre situaciones adversas y sugerir modificaciones de comportamiento o hábitos, hacia un resultado más positivo o deseado. Pero, además esa misma información podría ser usada por un tercero para regular los servicios que te ofrecen. Pensemos en este escenario de datos de nuestra salud, conocidos por las aseguradoras médicas para modelar las coberturas o penalizaciones de sus pólizas o por la banca para financiar su hogar o su auto.
Sumemos a esto el valor individual y de ganancia de la compañía, donde el IoB influye en la elección del consumidor, pero también rediseña la cadena de valor.
Estoy seguro que nosotros la mayoría de los consumidores hará público su descontento en entregar voluntariamente sus datos, pero igual muchos de ustedes están satisfechos con hacerlo siempre y cuando les brinde un valor agregado. Así se juega con el valor individual que nos ofrecen, desde el cual las compañías adquieren ganancias.
Ahora analicemos como sacan provecho de esto las redes sociales, los proveedores de servicios, la banca, las aseguradoras, el Estado mismo, etc. Ósea, si lo pensamos con detenimiento, el festín de datos es inmensurable, de proporciones épicas y todos nosotros siendo dueños de nuestra información, la hemos entregado sin precio y como un arma –buena o mala-, forjada contra nosotros mismos.
Señores, de esto trata de Internet del Comportamiento. De gemelos digitales, burbujas, círculos, avatares, Inteligencia Artificial, Aprendizaje de máquinas, forjados desde nuestras boronas o huellas digitales.
La Internet del Comportamiento esta entre nosotros, engullendo volúmenes monstruosos de información para “simplificar nuestras inocentes vidas”.
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